Han pasado 24 años desde la primera vez que "El Tri" avanzó a la ronda de octavos de final en una Copa del Mundo celebrada fuera de casa. En ese momento todo era novedoso, solo se había conseguido jugar el famoso quinto partido bajo el cobijo de la afición local en el lejano 1986. El enfrentamiento en Estados Unidos 94 ante Bulgaria dejó a todos sorprendidos, con una enorme tristeza y con el sabor de que se pudo haber hecho mucho más de lo que finalmente pasó.
El progreso que se había conseguido en la competencia se percibía como una oportunidad para elevar el nivel de México en eventos internacionales; daba la sensación de que el fútbol azteca podía acercarse a la altura de las grandes potencias y en algún momento salir del grupo de los animadores para entrar en el selecto clan de los protagonistas.
A partir de ese instante el Seleccionado Mexicano no ha faltado a ningún Mundial y, lo más positivo, siempre ha sorteado la fase de grupos. Son seis Copas del Mundo consecutivas en las que "El Tri" entra a la ronda de los 16 mejores, récord que solo mantienen dos selecciones más, Alemania y Brasil. No obstante cuando llega la hora de los partidos que son a matar a morir no se tiene ni una sola victoria en este tipo de encuentros.
Las “explicaciones” son demasiadas, Los cambios que no se hicieron a tiempo, el azar de los penales, la falta de atención en los minutos finales; los gringos, los argentinos, el gol en tiempo extra, el penal que no era penal. Siempre pasa algo fatal en el momento clave que rompe la concentración de los futbolistas y los corazones de los aficionados mexicanos.
El sueño de jugar el quinto partido se ha convertido en una obsesión; es una barrera que dos generaciones de futbolistas no han podido derribar. Ese anhelo de codearse con las potencias ha sido saboreado por otros conjuntos como Corea, Costa Rica, Bulgaria o Estados Unidos. Los mexicanos, más allá de las ilusiones que se renuevan cada ciclo mundialista, se han acostumbraron a regresar a casa después de jugar 4 partidos en la justa más grande del planeta futbol.
A días de iniciar la competencia en Rusia el equipo tricolor llega con la intención de derribar muros y enfrentar a su demonio más grande, los cuartos de final. El deseo que los jugadores tienen para hacerle frente a este reto se centra en la mentalidad. En esta nueva generación de futbolistas, que la mayoría juega de manera regular en Europa, no les pone nervioso enfrentar a jugadores de talla mundial, eso les da competencia. Muchos de ellos tienen experiencia mundialista previa lo que los hace estar un poco más acostumbrados al escenario internacional.
Hay jugadores que llegan en un gran momento como Carlos Vela e Hirving Lozano. “El Chucky” fue referente en el ataque del PSV, equipo campeón de Holanda, y Vela está mostrando una gran madurez en su participación con Los Ángeles FC en la MLS. A ellos se les puede sumar la buena temporada que tuvo Héctor Herrera en Portugal y la magnífica campaña que realizó Ochoa en Bélgica.
México comparte el sector F de la Copa del Mundo junto con una de sus bestias negras, Alemania, también jugará contra Corea y Suecia, si logra salir adelante en uno de los grupos más fuertes de la competencia podría enfrentarse a otro favorito, el ganador del grupo E que hipotéticamente será Brasil.
Por los antecedentes, se pensaría que es complicado que México llegue más lejos de lo que ya lo ha hecho. Los más pesimistas colocan los aztecas de vuelta a casa después del partido ante Suecia, a pesar de ello y, como cada cuatro años, esta selección tiene una aura de esperanza que hacen renacer las ilusiones de los aficionados.
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