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Lo Que El Futbol Te Brinda

Cada vez es más seguido entrar así a un terreno de juego, se está convirtiendo en algo habitual para mí. No importa si participo quince, treinta o noventa minutos en el encuentro. La afición, esa que antes me admiraba, ahora me da la espalda. Los abucheos resuenan por todo el graderío cada vez que me llega un balón, solo es cuestión de tomar el esférico y el murmullo empieza a dar vueltas por mi cabeza, claramente logro escuchar a los aficionados más cercanos cuando gritan:

-"¡Retírate, ya no tienes piernas!"-
-"¡Te voy a dar mi bastón para que puedas caminar bien!"-
-"¡Deja de robar, bulto!"-
-"¡Ya estás viejo para esto!"-
-"¡Un cono estorba más que tú, tronco!"-.

Esas voces se me clavan en el cerebro y parece que se nubla mi suficiencia para decidir las jugadas de forma correcta. No soy capaz de acertar un pase, pierdo la distancia del esférico y lo que antes era un trámite ahora se complica por esa tensión que se genera desde la tribuna.

Puede ser extraño que lo que pasa en el graderío impacte en el desempeño de un jugador de mi edad, sin embargo este es el Club de mi barrio, con el que soñaba jugar desde pequeño, con el que debuté hace 18 años y con el que me he identificado toda la vida. Es evidente que lo que la gente de mi equipo piense es y será importante para mi. 

Amo esta institución, por eso he decidido terminar mi carrera aquí, en mi casa de toda la vida. Cuando me toca jugar me entrego cada minuto que estoy en la cancha, doy mi máximo esfuerzo; como dicen los hinchas: "Mojo la camiseta", me entrego al cien por ciento. 

Lamentablemente en muchas ocasiones mi cuerpo ya no responde, ya no tengo la misma velocidad, las piernas me pesan y los esfuerzos, aunque los administro, me terminan por vencer. Me doy cuenta que el paso de los años me han mermado y que ya no puedo alcanzar ese nivel de juego que tuve en mis mejores momentos.

Es ahí cuando la frustración se apodera de mí, porque sé que puedo dar más, porque he hecho mejores cosas con el balón en los pies y estoy seguro que poseo la habilidad desempeñarme mejor de lo que lo hago actualmente. Sin embargo, en esta última época, pocas veces las cosas salen como espero y termino hundido, en un tobogán de malestar y angustia.

Siento como si el futbol, aquel deporte que me ayudó en toda mi vida y que me ha dado tanto, hoy quisiera abandonarme; te das cuenta que, así como te brinda una felicidad incontable, el futbol también duele, también te causa pena. Puede llegar a convertirse en un suplicio, porque te hieren las derrotas, los golpes, los esfuerzos infructuosos, el desprecio de los aficionados, las burlas de los contrarios, todo eso atormenta en el alma, los pies y  el corazón.

Muchas veces me apoyo en glorias pasadas, en recuerdos de copas, títulos, goles y alegrías, eso me ayuda para estar animado, para no sentir que todo lo que hago está mal. Porque la mayoría de los seguidores y la "gente de futbol" solo recuerda tu actuación más reciente; no le importa si les diste uno o dos campeonatos, si ayudaste a tu equipo a salir del descenso, tampoco les conviene recordar si tu venta colaboró para sanear las finanzas de la institución, para ellos eres tan bueno como el último partido que te vieron jugar. 

Parece que la memoria en este deporte es tan corta que todo lo que conquistaste antes de tu declive no tiene importancia. Ahora todo es recriminación y cuestionamientos: "Que si me queda poco, que mi calidad se pierde con el paso de la temporada, que nada permanece de aquel joven que maravillaba a los suyos en la primera década del siglo, que ya no corro, que no siento la camiseta, que solo vengo a cobrar el último cheque gordo de mi vida futbolística".

Yo busco adaptarme a los nuevos tiempos, trabajo con más ahínco en los entrenamientos, trato de cuidarme física y mentalmente, hago todo lo que está en mis manos para mantener el nivel competitivo que me caracterizaba, me sacrifico en cada sesión de práctica para retomar esa complicidad con la pelota, pero a veces parece que ella igualmente se empeña en no seguirme, da la impresión que el futbol ya no quiere saber nada de mi.

Cuando decidí jugar esta última campaña con el equipo de mis amores jamás pensé que sería así de duro, no me pasaba por la mente que sufrirá tanto o más que en el tiempo que empecé a practicar el balompié. Siempre he creído en mí, pero esta campaña, la de mi retiro, ha sido la más desafiante en toda mi vida. Mentiría si digo que no se me ha escapado una lágrima, después de un mal partido, no diría la verdad si dijera que no me duele lo que la prensa y los fanático piensan y  dicen de mi.
Aún con todo eso he logrado llegar hasta aquí, al último partido de la temporada. 

Cada vez juego menos, lejos quedó el tiempo en el que era titular indiscutible, no obstante nuestro equipo está peleando por el campeonato después de años de no hacerlo. Si se logra una victoria, en la fecha que concluye el torneo, podemos salir campeones. Esa sería la mejor forma de despedirme, es por eso que siento que estoy ante el partido más importante de mi vida.
Me encuentro a veinticuatro horas de disputar los últimos minutos de mi carrera. 

No sé qué pasará, por primera vez el marcador no me obsesiona. Evidentemente quiero ganar, pero también deseo que mi cuerpo aguante, que me permita, por última vez,  sentirme satisfecho de jugar este bendito deporte. Anhelo percibir esa electricidad de la velocidad, la potencia de mi fuerza y la lucidez de mi mente. Ansío poder ingresar a la cancha y abandonar el terreno de juego con la satisfacción de haber entregado una actuación a la altura de este partido.

Para mi el futbol, ya no se trata solo de trofeos o dinero, es incuestionable que todos los que lo practicamos nos gusta ganar y quisiéramos coleccionar títulos y obtener buenos premios siempre que se compite. Pero lo maravilloso de este deporte son esas pequeñas victorias que te alegran la vida, un gol, un triunfo, un gran partido; todos esos logros pueden parecer conquistas insignificantes, sin embargo estallan el ánimo de quienes las viven y en el de los que las generan. 

Porque al final del día esto es lo que el futbol te brinda, ya que por más que lo sufras, por más que lo padezcas, por más que te duela siempre regresarás a él. O como decía mi madre: 

-"Si sales con una sonrisa de una cancha o de un partido después del silbatazo final el futbol habrá valido la pena"-.


Comentarios

  1. De menos a más. Muy bueno el relato. Un poco largo al principio y la primera línea ilegible. Pero envolvente. Se desarrolla y termina muy bien. Deja buen sabor de boca

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    Respuestas
    1. Atesoro tus comentarios, amigo.
      Agradezco también te tomes el tiempo de leerlo.
      Anoto tus observaciones y las registro para mejorar.
      ¡Abrazo, padre santo!

      Borrar
  2. Me pareció bastante acertado la forma en que narras el sentir del personaje y así pasa en la vida diaria...nadie somos indispensables lo importante es disfrutar el momento,vivirlo y guardar los recuerdos porque eso es con lo que nos quedaremos.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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