Messi se tocaba la cara en la ceremonia de los himnos nacionales, como buscando respuestas a los señalamientos que lo ubican como un futbolista distinto en el seleccionado argentino de aquel que deslumbra con la entidad blaugrana.
El partido inició equilibrado, trabado, con un ligero dominio argentino. La lucha en el medio campo era intensa, parecía que no veríamos muchos goles y que quien cometiera un error marcaría su destino en el partido.
Fue en el minuto 54 cuando un cataclismo proveniente de una pifia de Caballero, desató la confusión del equipo albiceleste. El portero del Chelsea se equivocó al despejar un balón y entregó el esférico para que, de volea, Rebic anotara el 0-1.
Argentina recibió un golpe que lo dejó noqueado, no supo responder al tanto en contra y se volvió un conjunto desorientado, desequilibrado y confundido. Nunca pudo encontrarle la vuelta a una Croacia que desde el orden consiguió un par de goles más y rubricó su pase a los octavos de final del Mundial.
El periplo de Lionel en el segundo partido del Mundial transcurría con una tormentosa presión. El 10 se notaba incómodo, fastidioso, daba la impresión que la cancha le molestaba, que no disfrutaba su presencia en el encuentro mundialista; poco a poco el capitán albiceleste fue desapareciendo del juego y solo algunos chispazos nos recordaban su presencia en grama del Nizhny Novgorod.
Contrario a otra oportunidades donde el jugador blaugrana tira del carro Argentino para salvar el accionar del conjunto, el día de hoy parece que el mejor jugador del mundo fue engullido por la confusión y el poco fútbol que priva en el cuadro pampero.
El resultado de hoy deja a Argentina al borde de la eliminación y nuevamente se dejan escuchar las voces que le recuerdan al mejor jugador del mundo su “deuda” con el futbol.
Para muchos, Messi debe ganar un trofeo con su selección para poder ser calificado como uno de los mejores jugadores de la historia. Ponerlo al mismo nivel de Pelé, Cruyff, Maradona o Zidane depende de lo hecho con su país en torneos internacionales.
Tal parece que esa “obligación” no la podrá saldar en esta competición, la albiceleste camina en la cornisa de Rusia 2018, ya no dependen de ellos mismos, están supeditados a los que pase en el encuentro entre Nigeria e Islandia.
Da la impresión que las críticas son severas con Messi, que si no canta el himno, no mete un grito, le falta carácter, es pecho frío, no siente la albiceleste; infinidad de aseveraciones que ponen en entredicho el compromiso de Messi con su país.
Hoy en día nadie gana un torneo sólo. A Messi le faltan socios en su seleccionado, no se puede pretender que juegue como en su club cuando no se puede agrupar de la misma forma.
Según los expertos, Messi tiene una “deuda” con el pueblo argentino y con el futbol, quizá sea una deuda que nunca tuvo la idea de adquirir y nunca sabremos quién se la endosó.
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