Camina, disfruta cada momento, voltea al cielo y agradece lo bueno y lo malo que dentro de la vida todo suma, de todo aprendes, nada se queda en el vacío. Cada experiencia que atraviesas te pone más cerca de tu objetivo.
Sigue andando, observando otros sitios, probando otros sabores, diferentes aromas y otras formas de entender la vida.
Camina, camina hasta cansarte, hasta que duela, porque por más difícil que se ponga el camino, siempre sacas fuerza desde adentro, porque el objetivo lo tienes fijo, así como un delantero tiene fijada la portería la mente.
Camina, siempre derecho, erguido, con el rostro levantado. Ve al frente con elegancia. Como un defensa que, desde el fondo, va con la pelota pegada al pie en una salida prolija. Camina orgulloso, porque has vencido miedos y límites que hasta ahora pensabas que eran insuperables.
Camina solo, pero recordando que siempre estás acompañado, que tu familia es, siempre, la columna de tu todo y que sin su apoyo y sin su cariño no tendrías ni la mitad de tus fuerzas. También anda por aquellas personas que te apoyan y no te dejan, por esos amigos que te animan a dar pasos adelante, por esos que se alegran con tus éxitos y te fortalecen en las derrotas.
Camina libre, sin miedo, sin desconfianza porque no tienes que demostrarle nada a nadie, porque has conseguido cosas que creías imposibles, porque has llegado a lugares que quizá solo soñabas o imaginabas.
Camina sin prisa, pero con seguridad, que la vida se trata de eso. Lo que importa es el trayecto. Disfruta de cada calle, de cada lugar, de cada parque, plaza, estadio, cuidad o país donde te encuentres.
Camina para alcanzar tus sueños, que ese deseo que tienes por lograrlos sea un acto porfiado de fe. Ve de frente por ellos así, como te gusta jugar al futbol. Ataca, enfrenta, dribla y gambetea al destino. No importa cuanto tardes, no importa si es por una vez o por varias ocasiones. Verás que vivir así siempre valdrá la pena. No te des por vencido.
Camina, para que el balompié te sorprenda cuando conozcas un nuevo sitio, para que te haga saltar tu corazón cuando visitas un estadio por primera vez, para que te llenes de adrenalina con cada grito de gol que realices fuera de tu país, para que se te enchine la piel con cada jugada inesperada.
Sigue andando. Sigue soñando con el futbol y con la vida que al final, como buen consejero, el tiempo sabrá ponerte donde te guste estar y donde te haga falta.
Comentarios
Publicar un comentario